Pequeños frutos azulados

Colomba y su tía abuela Lucrecia viven muy cerca de la playa, tan cerca que desde su casa se escuchan las olas del mar. Una mañana, en que hacía más calor que de costumbre, la tía abuela Lucrecia lanzó al aire sus cinco conchas marinas y, al ver donde cayeron, le dijo a su sobrina nieta que las estrellas del mar les dijeron a las del cielo que vendrían unos visitantes. En ese momento golpearon a la puerta. Colomba abrió y se encontró con un pingüino.

Un relato que nos recuerda que todos llevamos un héroe dentro. La profesora de Braulio ha pedido a sus alumnos que preparen el árbol genealógico de su familia. Un ejercicio aparentemente sencillo que al muchacho se le complica cuando su hermana estropea, sin querer, su cartulina y tiene que regresar al bazar para comprar una nueva. En el camino se encontrará un periquito que parece perdido, y se decidirá a llevárselo a casa para quedárselo. No contará Braulio con tener que enfrentarse a una temible gaviota para proteger a su nuevo amiguito.

Un cuento para niños de primer y segundo grado, es decir, entre seis y siete años. Esta historia nos relata las aventuras de Brad, un chico que estando en su escuela vive un día muy oscuro pues la mala suerte lo acompaña hacia donde vaya y frente a las cosas que realice. Sin embargo, el final del día le traerá más de una sorpresa que el lector deberá descubrir. En un principio, el desayuno no ha sido como él hubiese querido que fuese, luego en el partido tiene un chascarro con su bolso, y así, mientras avanzan las horas frente a la probabilidad de opciones, siempre elige lo...

From Monday to Saturday, Estefania's finger has many colors. On Sunday, that finger tastes like caramel. She is four years, four months, and four days old. It is time she stops sucking her finger. Isabel and Maria are not far behind. One with her guardian angel and the other with her black cat, they both do things that are no good for their health.

¿Ahora quién me aúpa?, pregunta Ema cuando está cansada de caminar. Entonces el papá Venancio la lleva de caballito. Y si se queda dormida en el sillón, también él la lleva en brazos hasta la cama. Un día todo se puso raro. Venancio no llegó silbando como siempre, ni le dio a Ema un beso en la nariz ni le revolvió el pelo con la mano.