Viktor Shklovski (1893-1984) fue un destacado crítico literario, escritor y teórico ruso, conocido principalmente por su contribución a la teoría de la literatura y el formalismo ruso. Nacido en San Petersburgo, Shklovski se convirtió en una figura clave del movimiento formalista, que buscaba analizar la literatura desde un enfoque científico, centrado en la forma y las técnicas narrativas, en lugar de centrarse exclusivamente en el contenido o la biografía del autor.
Shklovski estudió en la Universidad de San Petersburgo y se interesó por la literatura y la teoría crítica desde una edad temprana. Su primer trabajo significativo, El arte como técnica (1917), introdujo el concepto de desautomatización, que se refería a la idea de que la tarea del arte es hacer que lo cotidiano se vea extraño y nuevo. A través de esta técnica, el autor buscaba revitalizar la percepción del lector y abrir nuevas formas de comprensión. En este sentido, Shklovski proponía que los escritores deben emplear recursos estilísticos para romper con la rutina y la familiaridad que el lector tiene con su entorno cotidiano.
Durante la Revolución Rusa de 1917, Shklovski se convirtió en un miembro activo de la vida cultural y literaria. Participó en la fundación del León de Oro, una revista que promovía el formalismo y el análisis literario. A lo largo de los años, trabajó en estrecha colaboración con otros escritores y teóricos de la época, como Roman Jakobson y Boris Eikhenbaum, quienes también jugaron un papel fundamental en el desarrollo del formalismo ruso.
La obra de Shklovski no solo se limitó a la crítica literaria; también incursionó en la ficción. Su novela ZOO; o carta a un amigo (1923) es un ejemplo de su estilo innovador, que mezcla el ensayo y la narrativa. En este texto, Shklovski utiliza una prosa fragmentaria y una estructura no lineal para explorar temas de alienación y la experiencia de vivir en un mundo cambiante. Esta obra se considera un reflejo de su filosofía estética y su enfoque hacia el arte y la literatura.
A lo largo de su carrera, Shklovski enfrentó varios desafíos, especialmente durante los años de la represión estalinista. A pesar de ser un escritor influyente, su trabajo fue censurado y sus ideas fueron controversiales en el contexto político de la Unión Soviética. Sin embargo, logró sobrevivir a las purgas y continuó publicando y enseñando hasta la década de 1930, cuando se vio obligado a exiliarse temporalmente en varios países europeos.
En el período de su exilio, Shklovski mantuvo su interés por la teoría del arte y continuó escribiendo. Su experiencia en el extranjero le permitió acceder a nuevas corrientes literarias y estéticas al tiempo que mantenía su compromiso con el formalismo. En 1941, regresó a la Unión Soviética y fue crítico de cine en un período en el que el cine se convirtió en un medio de comunicación importante en la cultura soviética.
Uno de los aspectos más notables de la obra de Shklovski es su intención de hacer del arte una herramienta crítica que pudiera desafiar la percepción común y cuestionar la realidad. Sus ideas sobre la función del arte como medio para comprender el mundo y la realidad continúan teniendo influencia en la teoría literaria contemporánea. La desautomatización sigue siendo un concepto relevante para analizadores de la literatura y los medios, ya que invita a reflexionar sobre la manera en que nos relacionamos con el arte y la cultura.
A lo largo de su vida, Shklovski publicó numerosos ensayos, artículos y libros, consolidándose como una figura central en el estudio de la literatura. Su legado perdura, y su enfoque crítico sigue inspirando tanto a escritores como a críticos literarios en todo el mundo. Viktor Shklovski falleció en 1984, pero su impacto en el campo de la teoría literaria y el formalismo sigue siendo significativo y complejo.