Un Monstruo de Mil Cabezas

Segunda parte de la «Trilogía de los sentidos». La relación entre Elena y Leonardo aún no ha terminado, y basta un encuentro casual para prender de nuevo un fuego que nunca ha llegado a apagarse. Elena ha pasado página. Los días de pasión y locura que vivió con Leonardo inmersa en el lado oscuro del placer la convirtieron en una mujer fuerte, pero hoy por hoy son solo un recuerdo desenfocado que pasa de vez en cuando por su mente. Ahora Elena sabe lo que quiere y ha elegido a Filippo: por él ha abandonado Venecia y se ha mudado a Roma. La vida que han emprendido juntos es...

Elegida por conveniencia... y unida a él por el deseo. El jeque Tarek necesitaba una reina. Su país había pasado por una época convulsa y el hecho de que en su palacio hubiese una bella prisionera ponía a toda la nación al borde del colapso. Hasta que Tarek se dio cuenta de que la doctora Anya Turner podía ser justo lo que había estado buscando... Anya no podía creerse que el jeque le hubiese pedido que se casase con él, pero el deseo que había entre ambos tenía sus propias reglas y ella no había podido resistirse a él. Sería reina, pero ¿podría llegar algún día al duro...

Cuando la jefa de enfermeras Laura Esteban se levanta por la mañana, poco puede imaginar que por la noche va a terminar convertida en una paciente después de que un incendio en su edificio le provoque algunos cortes cuando un cristal le cae encima. Sandra Gonzalo es enfermera del SEM y está de guardia esa noche. La casualidad hará que sea ella quien atienda a Laura y la atracción entre las dos mujeres resultará inmediata, tanto, que su primera cita se produce cuando Sandra acaba el turno y las dos terminan en su casa. El deseo es innegable y ambas tienen claro que desean seguir...

Inquieta recordar que un paisaje terror�fico muy semejante al que se vivi� en Londres el 7 de julio de 2005 apareci� descrito hace casi un siglo por Joseph Conrad en El agente secreto. Esto podr�a significar dos cosas: una, que los artistas se adelantan, a veces fatalmente, a su tiempo, y otra, que la humanidad no avanza, sino da vueltas sobre s� misma, fiel a sus miserias. Al final, lo que Conrad vio en la absurda actividad terrorista fue a una "humanidad siempre tan tr�gicamente dispuesta a la autodestrucci�n".