Testigos de la verdad

Una novela escrita con brillantez, que hurga en las profundidades para descubrir el cariz tragicómico de nuestra existencia.

Ella saldará la deuda de su familia de una forma u otra… Daphne es hermosa, pero ella no lo sabe. Es un patito feo que se convertirá en la bella del baile. Hace años, su padre me robó y es hora de mi venganza. Yo soy el monstruo en la oscuridad. El minotauro del laberinto. El mal del que su padre le advirtió. Me la llevaré a mi castillo. La encerraré en mi torre. La haré mía de todas las formas posibles. Ella pagará por los pecados de su familia… para siempre. Ella es la bella y yo soy la bestia.

No suelo ser bueno en esto de las presentaciones, así que voy a ir directo al grano. No te voy a decir cómo me llamo. No porque no tenga nombre. Todo el mundo lo tiene. Aunque nadie lo elija. Es algo así como la familia, que te viene por defecto. Nadie elige a sus padres. Aunque ellos sí te elijan a ti. O, al menos, eso nos hagan creer. Otro ejemplo más de relaciones asimétricas. Como cuando uno ve a una mujer top con un tío muy feo. La asimetría económica siempre es evidente. Tampoco les voy a decir el nombre de la ciudad en la que vivo. No porque no tenga. Nadie vive en ninguna...

España, años de guerra. Reina la confusión en la sociedad. Intrasigencia política, lucha de clases, los horrores del combate y las represalias. En este escenario, vivimos la angustia y el deterioro físico y moral de otro vencido en primera persona, protagonista de una historia de amor imposible que le ha llevado hasta el lecho de muerte. Paralelamente su mejor amigo irá narrando sus pensamientos, dudas, miedos y esperanzas acompañándole hasta el fatal desenlace.